domingo, octubre 15, 2006

Inauguración del parque "Segunda República" en Leganés


La inauguración del parque coincidió con la de la exposición fotográfica Leganés en la Segunda RepúblicaInauguración del parque "Segunda República" en Leganés
Ricardo Rodriguez / laRepublica.es
El pasado mes de mayo fue presentado en el centro cívico José Saramago, de Leganés, el libro Rojo, amarillo, morado. Cuentos Republicanos. Al final del acto, al que asistieron cuatro de los autores de la obra y el alcalde de la ciudad, el socialista José Luís Pérez Ráez, una vecina, militante del Partido Comunista, propuso que se le diera el nombre de Segunda República a una calle, una plaza o un parque de Leganés. Y el primer edil del Ayuntamiento aceptó la idea de forma sorprendentemente rápida, e incluso pensó en el momento en el parque que llevaría tal nombre.
No sabemos si le movieron sinceros sentimientos republicanos, enclaustrados muy en lo hondo de su corazón pero existentes, el hecho de que se viera forzado por el republicanismo que se respiraba en la sala o alguna traza del célebre talante del que en la actualidad hacen gala los dirigentes del PSOE. El hecho es que allí mismo quedó decidido que Leganés tendría un parque que se llamaría Segunda República. Bien es cierto que, cuando se llevó la propuesta al pleno del Ayuntamiento, se tergiversó de manera estúpida el espíritu original de la iniciativa, porque, al mismo tiempo que el parque Segunda República en el barrio de San Nicasio, se aprobó denominar Príncipes de Asturias a otro parque, éste en el barrio de El Carrascal. Por lo visto, a los miembros del gobierno municipal, tanto del PSOE como de IU, les debe de parecer que el homenaje a la República siempre se ha de atemperar con su pequeña dosis de servidumbre monárquica.
Pero no importa. Porque los vecinos y vecinas de Leganés demostraron el 10 de octubre, el día que por fin se inauguró el parque Segunda República, con su nutrida asistencia, sus banderas y su entusiasmo, que su republicanismo es inequívoco y sin remordimientos y, por ello, necesariamente antimonárquico. Lo mismo que demostraron acudiendo con sus banderas republicanas a manifestarse frente a la visita del príncipe Felipe y la princesa aureolada de sufrida plebeya, o en la misma presentación del libro de relatos republicanos a la que se aludía al inicio.
La inauguración del parque coincidió felizmente con la de la exposición fotográfica Leganés en la Segunda República, una exposición muy recomendable, fruto de la excelente labor de los trabajadores del archivo municipal, que permanecerá abierta en el centro cívico José Saramago hasta finales de año. Desde una hora antes de que empezaran los actos, el parque, junto al centro cívico, se fue llenando de vecinos y de banderas con los colores de la República. Llegó a haber más de mil personas, algo por completo inaudito en la inauguración de un parque o una calle. Entre todos ellos, niños agitando pequeñas banderas tricolor al grito de «¡Viva España republicana!»
Primero se ofreció una emotiva representación del grupo de teatro La Barraca en la que se recordó la legendaria empresa de Federico García Lorca y muchos otros intelectuales de izquierdas españoles de llevar el teatro y la cultura a todos los pueblos del país. Dos vetustos camiones, trajes de época, dos actores haciéndose pasar por hieráticos guardias civiles, los monos azules que fueron el uniforme del teatro popular, canciones y proclamas de libertad llenaron el ambiente húmedo con el sabor fresco del más prometedor periodo de nuestra historia.
Luego vino la parte institucional de la ceremonia. En un pequeño escenario, los concejales del PSOE e IU cortaron una larga cinta con los colores de la República. Antes el alcalde pronunció un escueto discurso en el que, aparte de recordarnos enigmáticamente el detalle de que los columpios del parque habían salido muy caros, elogió la Segunda República, pero sin olvidar los consabidos lugares comunes de la socialdemocracia –o de los republicanos con mala conciencia- de que hubo entonces «luces y sombras», «tomemos lo bueno y desechemos lo malo», «la violencia, por ejemplo», etcétera.
Pero muchos de los que estábamos allí, que no miramos la República como un simple buen o mal recuerdo de nuestros abuelos, sino como una aspiración del presente, empezamos a corear consignas por la República ahora, mañana mismo, por la Tercera. Y ese fue finalmente el espíritu que entre todos cundió y se impuso con más fuerza. El nombre de este bello parque de Leganés que ahora podemos visitar nos ofrece un pequeño espacio ganado, un modesto y hasta diminuto pero importante triunfo. Sin embargo, debe entenderse como un paso más para acrecentar la energía del movimiento republicano en España. Aún más, como ya escribimos en otro lugar con motivo de la visita de los príncipes, «no reivindicamos cualquier República. Aspiramos a la que se colme de justicia social, de verdadera libertad, de igualdad, a la revolución social, en suma».
Por lo que respecta a Leganés, el parque Segunda República se añade a otros muchos homenajes a la izquierda y a la lucha revolucionaria que adornan gratamente las calles: monumento dedicado a las Brigadas Internacionales, a Pasionaria, a Rafael Alberti –donado por el PCE-, a Gabriel Celaya, a Miguel Hernández, a Pablo Neruda o a Salvador Allende, por sólo citar algunos; calle Dolores Ibárruri, calle José Díaz, centro Rosa Luxemburgo o el mismo centro cívico José Saramago, sin olvidar, por supuesto, el enorme busto del Che Guevara. Ahora hace falta que se reconstruya un movimiento de la izquierda revolucionaria en la ciudad que retome con convicción las luchas contra las privatizaciones –las del Ayuntamiento, sin ir más lejos-, en contra de la galopante especulación urbanística y por los derechos de los trabajadores. Ahora es necesario que hagamos honor, nosotros, a los nombres con la acción.