El pasado 27 de junio de 2010 el Parlamento Europeo decidió retirar el ejemplar de la Constitución Monárquica de 1978
EUROPA SE AVERGÜENZA Y ESCONDE LA SIMBOLOGÍA FRANQUISTA DE LA ACTUAL CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
El pasado 27 de junio de 2010 el Parlamento Europeo decidió retirar el ejemplar de la Constitución Monárquica de 1978, que se exponía junto al resto de constituciones europeas. El documento original fue un regalo realizado en 1996 por el propio Congreso de los Diputados de España.
La decisión de la retirada fue adoptada por el Comité Artístico del legislativo europeo al comprobar que los símbolos con los que se aprobó la Carta Magna son los mismos que los utilizados por las instituciones franquistas, como el Águila de San Juan, el yugo y las flechas y el lema “una, grande y libre”.
Como ciudadano europeo exijo, en contra de mis queridos compañeros de ERC en el Parlamento Europeo, quienes solicitaron su retirada, el mantenimiento de la Constitución Española en la exposición permanente de dicha institución. Porque aún estando de acuerdo en que la portada de la Constitución es ofensiva para cualquier demócrata, deja constancia de una realidad incontestable: que los defensores de la transición a la democracia aceptaron sin rechistar que se llevara a cabo dicho proceso, ensalzando y utilizando los símbolos de una dictadura fascista, cruel y asesina. Reconociendo, por otro lado, que el sistema que disfrutamos es heredero directo del Franquismo.
Mi propuesta, desde el derecho de las víctimas a la Verdad como uno de los principios establecidos por Naciones Unidas, es que se mantenga el original expuesto en el Parlamento Europeo para que los ciudadanos tengan conocimiento de los símbolos que los voceros de la transición otorgaron a una supuesta Constitución “democrática”, que impuso al pueblo español la monarquía, la bandera y lo que es peor, el silencio y la impunidad para los crímenes franquistas. Y además, que desde el Parlamento Europeo se solicite al Estado Español una copia de la Constitución Española de 1931, como el texto legítimo y legal que debería representar a todos los españoles.
Que no se esconda la Historia, la historia de nuestra transición y los símbolos que representan el actual sistema político en España, muestra del desprecio que aún persiste hacía las víctimas del Franquismo y hacia todos los defensores de la libertad, la igualdad y la justicia social, que significó la II República.